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Cuando pensamos en la desactivación de bombas, esto puede evocar imágenes de artefactos explosivos improvisados (Improvised Explosive Device, IED) en regiones en conflicto, o municiones ocultas en el lecho marino, que esperan silenciosamente perjudicar las construcciones de energía eólica marina. Pero no siempre es así; a fines de febrero, los residentes de Plymouth en el Reino Unido vieron una alternativa muy real.

En lo que el Ministerio de Defensa (Ministry of Defence, MOD) del Reino Unido clasificó como una de las mayores operaciones de evacuación de civiles desde el final de la Segunda Guerra Mundial, se pidió a más de 10 000 personas que abandonaran sus hogares mientras el ejército desactivaba una bomba alemana de 500 kg de tiempos de guerra. Se detuvieron los trenes, se cerraron las escuelas, se despejaron los parques, se declaró estado de emergencia en el hospital local y, desde una distancia segura, los residentes de Plymouth observaron el acontecimiento.

El dispositivo, considerado demasiado peligroso para garantizar la seguridad del lugar, se trasladó con cuidado a través de las calles escalonadas de la ciudad hasta una grada hacia el río Tamar y luego hacia el mar, dejando al astillero naval más grande de Europa occidental respirando aliviado a su paso. Dos buzos lo detonaron poco antes de las 10 de la noche del viernes 23 de febrero, quienes colocaron cargas sobre este a unos 14 metros de profundidad. (No se brindó mayor información en cuanto a la práctica del ejército).

La magnitud de la evacuación es un recordatorio de la rapidez y la gravedad con la que el descubrimiento de una UXO puede convertirse en una operación de gran envergadura. Quizás, en los sectores ambientales o de infraestructura civil, la familiaridad nos ha hecho reducir el riesgo en nuestras mentes.

83 años a la espera de su descubrimiento

Se cree que la bomba cayó el 22 o 23 de abril de 1941, una noche particularmente intensa de ataques de la Luftwaffe. Plymouth, atacada debido a su importancia naval, fue alcanzada por casi 1400 bombas durante la guerra, pero se cree que muchas no explotaron, ya sea debido a sistemas de espoleta deficientes o por la forma en que golpearon el suelo. (Lo que plantea la pregunta de cuántas más podría haber).

La encontró un residente de St Michael Avenue que realizaba obras en su jardín trasero. La «encontró» en el sentido de literalmente golpearla con una pala. No fue sino hasta después de varios días de lluvia que, al eliminarse el barro que la cubría, se dio cuenta de lo que era. Su ubicación (cerca de casas y atrapada debajo el hormigón) hacía que fuera demasiado difícil manipularla en el lugar. En un momento dado, el MOD contaba con hasta 30 expertos en desactivación de bombas en el lugar, que diagramaban una solución que no implicaba destruir algunas de las casas más cercanas en el proceso. Eventualmente, decidieron trasladarla con cautela por más de 2 kilómetros de calles evacuadas.

Finalmente, con su aplomo característico, el teniente coronel Rob Swan, del 11.º regimiento de Artillería y Búsqueda, dijo que la bomba se sumergiría 14 metros por debajo de la superficie y que la detonación «no sería tan cinematográfica como a algunas personas les gustaría imaginar». Solo una modesta inmersión…