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El hidrógeno desempeña un papel fundamental en la búsqueda del cero neto. Sin embargo, el proceso de modificar su “color” (del menos sostenible “gris” al “azul”) exige un truco de ingeniería más elaborado: instalaciones viables y asequibles para la captura de carbono. A su vez, eso requiere una comprensión mucho más clara del subsuelo, sostiene Ignacio Torresi, vicepresidente ejecutivo de Seequent para América Latina.

Cuando el equipo de Shell publicó su boceto “Escenarios”, que representaba a unos Estados Unidos encaminados hacia cero emisiones netas de aquí a 2050, visualizó un camino difícil pero factible. En el informe se estableció una ruta que exige cambios fundamentales en el sistema energético estadounidense y se indicó que deben implementarse a un ritmo que, según se describió (quizás modestamente), supone un “verdadero reto”.

A pesar de los retos, en el informe se destacaron las expansiones de las energías verdes en curso, la autodeterminación de las principales empresas estadounidenses (como Amazon y Apple) de alcanzar el cero neto mucho antes de 2050 y la creciente aceptación por parte de los estadounidenses de que el cambio climático representa una amenaza significativa. Además, se aclaró que estas afirmaciones eran realistas pero optimistas.

En el informe, se hace foco en un área que no suele atraer la misma atención que la energía solar o la eólica: el papel del hidrógeno. De hecho, se hace hincapié en que una implementación temprana y rápida del hidrógeno como fuente de combustible “será fundamental para descarbonizar el transporte pesado por carretera, las industrias pesadas (como la del acero y los productos químicos) y el transporte marítimo y la aviación de corta distancia”.

El aumento exponencial del hidrógeno limpio…

Para ello, de aquí a 2050, el uso del hidrógeno debe aumentar exponencialmente desde la cantidad insignificante que se utiliza en la actualidad hasta alcanzar el 7 % del consumo total de energía. Se necesitarían inversiones y un crecimiento significativos, pero, una vez más, el equipo de Shell se mostró confiado en que el hidrógeno era capaz de pisar el acelerador. Esta visión se vio impulsada por la combinación de los abundantes y asequibles recursos de gas natural del país, una próspera industria química y un sector automotriz históricamente innovador.

Sin embargo, las inversiones necesarias para comercializar el hidrógeno gris (proveniente de la descomposición del gas natural) traerían aparejada la construcción de instalaciones de captura de carbono, que se sumarían a las de producción de gas, al almacenar las emisiones resultantes de CO2 y ofrecer un combustible bajo en carbono (denominado “hidrógeno azul”).

El informe también concluyó que, dado que contamos con un corto plazo de 30 a 40 años para que el mundo llegue a cero emisiones netas, la captura, la utilización y el almacenamiento de carbono (Carbon Capture, Utilisation and Storage, CCUS) resulta “esencial” para esta combinación. Estados Unidos ofrece un “importante potencial geológico para almacenar carbono”, y, según se estima, casi el 60 % de la capacidad mundial de almacenamiento subterráneo de CO2 actualmente se encuentra en EE. UU.

… y la creciente importancia de comprender el subsuelo

Sin embargo, tanto la aceleración de la producción de hidrógeno a partir de depósitos de gas natural como el descubrimiento de lugares adecuados para almacenar el CO resultante2 requieren lo mismo: una comprensión mucho más detallada del subsuelo y un nivel de conocimiento que pueda entregarse a las organizaciones de manera más rápida, confiable y eficiente que nunca. La capacidad de ese conocimiento para brindar información clara y permitir coaliciones significativas entre los distintos sectores también será vital.

En Seequent, hemos diseñado nuestra solución de Leapfrog Energy específicamente para abordar proyectos que enfrentan complejos retos geofísicos del subsuelo; proyectos que no solo requieren modelos conceptuales 3D rápidos y sólidos, sino que también exigen que se reúnan distintos formatos de datos y disciplinas geocientíficas debajo del mismo paraguas colaborativo.

Al igual que Shell, creemos que el hidrógeno y la CCUS son dos aspectos clave en el camino hacia el cero neto. Sin embargo, ambos necesitarán de mucha ayuda para alcanzar sus objetivos. La ambigüedad del subsuelo que podemos omitir, y creemos que Leapfrog Energy tiene un papel fundamental en el aumento de la claridad y la reducción del riesgo a lo largo de ese viaje.

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La magnitud del reto

  • El análisis realizado por el equipo de Escenarios de Shell determinó que para que las energías renovables representen el 85 % de la energía total, de aquí a mediados de la década de 2030, la energía solar debería convertirse en la mayor fuente de electricidad del país, seguida por la eólica.
  • Para alcanzar el objetivo de 2050, el 4 % de la superficie de Estados Unidos debe cubrirse con plantas de energía solar. Sin embargo, si los paneles se volvieran más eficientes y el uso de energía solar en los techos se adoptara con mayor frecuencia, esta cifra podría disminuir.
  • Según las estimaciones de Shell, para que el viento haga su parte, cada año se deberían instalar cerca de 20,000 aerogeneradores, en comparación con los casi 3,000 de la tasa promedio desde 2005.