Nos encontramos en un momento crucial en nuestra relación con el planeta. El subsuelo, hogar de acuíferos, minerales y potencial geotérmico, es vital para nuestro futuro. Sin embargo, nuestra gestión de estos recursos sigue siendo inadecuada. El Dr. Thomas D. Krom, director del Departamento de Medioambiente de Seequent, analiza estos desafíos y la necesidad de estrategias integradas.
Nos encontramos en un momento crucial de nuestra relación con el planeta. A finales de marzo, viajé a Washington D. C. para participar en una semana de conversaciones con funcionarios electos, designados y asesores en el gobierno estatal y federal. Al regresar, una cosa quedó completamente clara: el suelo que se encuentra bajo nuestros pies representa tanto nuestro mayor recurso como nuestra mayor vulnerabilidad.
Cada vez reconocemos más que el subsuelo, ese reino oculto de acuíferos, depósitos minerales y potencial geotérmico, es esencial para nuestro futuro económico y ambiental. Sin embargo, nuestra comprensión y gestión de estos recursos siguen siendo peligrosamente insuficientes y mal financiadas frente al cambio climático acelerado, las amenazas generalizadas de contaminación y la creciente demanda de recursos.
Estos desafíos son de carácter existencial. La escasez de agua amenaza a comunidades en todo el mundo, con tasas alarmantes de agotamiento de aguas subterráneas. Minerales críticos, como el litio, el cobalto y los elementos de tierras raras (ETR), necesarios para las tecnologías energéticas y la infraestructura digital, enfrentan limitaciones de suministro a medida que las tensiones geopolíticas dificultan el acceso. Estos minerales son indispensables para autos eléctricos, baterías y fuentes clave de energía renovable, como la solar y la eólica, tema central del Día de la Tierra de este año.
Además de los minerales, la seguridad energética requiere diversificación más allá de las fuentes tradicionales, y la energía geotérmica representa un recurso poco aprovechado. Y la resiliencia climática, nuestra capacidad de resistir y recuperarnos de desastres naturales y cambios ambientales a largo plazo, depende en gran medida de cómo gestionemos estos sistemas subterráneos.

El agotamiento de aguas subterráneas significa que la escasez de agua es una amenaza para las comunidades en todo el mundo.
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Un sistema de sistemas
Lo que hace que estos desafíos sean especialmente complejos es su naturaleza interconectada. Cuando extraemos minerales y otros recursos de la Tierra, no solo estamos removiendo materiales valiosos: también podemos afectar acuíferos, provocar inestabilidad geológica y alterar los paisajes durante generaciones. Nuestras acciones bajo tierra repercuten en los sistemas ambientales y económicos de formas que apenas estamos comenzando a comprender.
En muchos aspectos, seguimos siendo blancos fáciles. El reciente terremoto en Myanmar es un recordatorio sobrio de que la Tierra es dinámica y, a veces, destructiva. Nuestra infraestructura, nuestras comunidades y nuestras economías son vulnerables ante fenómenos geológicos que no podemos controlar, pero sí podemos prepararnos para enfrentarlos.
El enfoque temprano de la actual administración estadounidense en temas del subsuelo refleja una creciente conciencia de estos desafíos.
Algunas iniciativas, como la Recarga Gestionada de Acuíferos (Managed Aquifer Recharge, MAR), promovida por la Asociación Nacional de Aguas Subterráneas incluyen el abordaje de la contaminación del suministro de agua por PFAS (sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas, también conocidas como “químicos eternos”) y la expansión del desarrollo de energía geotérmica. Estos esfuerzos representan un cambio hacia una gestión subterránea más integral y demuestran cuán esenciales son los recursos del subsuelo para el bienestar económico de nuestra sociedad.
Todos en el mismo barco
Lo más destacable es cómo los desafíos relacionados con la Tierra trascienden las divisiones partidistas. En reuniones con delegaciones que representan a gobernadores de estados tanto conservadores como progresistas, he observado cómo los desastres naturales y la gestión de recursos crean alianzas inesperadas. Los estados republicanos que enfrentan escasez de agua y los estados demócratas que lidian con inundaciones coinciden en la necesidad de mejores datos hidrológicos e infraestructura resiliente. La Tierra misma no tiene afiliación política y, cada vez más, tampoco la tienen los enfoques para gestionar sus recursos y riesgos.
Considere, por ejemplo, cómo los mercados financieros reflejan esta realidad. El valor perdurable del oro como “refugio apocalíptico” muestra nuestro entendimiento instintivo de que los recursos físicos conservan su valor cuando fallan los instrumentos financieros. En abril, el oro superó los USD 3240 por onza, su máximo histórico. Además, la tendencia reciente de los bancos centrales y fondos soberanos a diversificar sus reservas alejándose de los bonos del Tesoro hacia el oro demuestra una creciente preocupación por la estabilidad de los activos puramente financieros frente a los recursos tangibles.

Dr. Thomas D. Krom, director del Departamento de Medioambiente, Seequent
Aceptación de la complejidad
Al conmemorar el Día de la Tierra, debemos reconocer que una gestión efectiva requiere enfoques multifacéticos que aborden la complejidad de los sistemas terrestres. Las soluciones centradas en un solo problema inevitablemente generan consecuencias no deseadas. En su lugar, necesitamos estrategias integradas que consideren las interconexiones entre el agua, los minerales, la energía y los riesgos geológicos.
Esto implica invertir en tecnologías integrales de mapeo y monitoreo del subsuelo. También debemos desarrollar marcos regulatorios que consideren los impactos acumulativos, y no solo actividades aisladas. Además, necesitamos mecanismos financieros que valoren con precisión la resiliencia y la sostenibilidad.
Atención a lo que ocurre a nuestro alrededor
Todo esto exige voluntad política y visión a largo plazo. También requiere educación pública. La mayoría de nosotros seguimos sin ser conscientes de lo mucho que dependemos, en nuestra vida diaria, de los recursos del subsuelo: desde el agua que fluye por nuestras tuberías hasta los minerales en nuestros teléfonos inteligentes y la estabilidad del terreno bajo nuestros hogares.
El Día de la Tierra nos recuerda que nuestro planeta no es algo que debamos proteger solo en sentido abstracto, sino un sistema complejo, cuya gestión responsable es la base del futuro de nuestra civilización. El subsuelo representa el recurso común por excelencia: uno que atraviesa límites de propiedad, los bordes estatales y las fronteras internacionales.
A medida que el cambio climático se acelera y la demanda de recursos crece, nuestra relación con la Tierra que se encuentra bajo nuestros pies determinará cada vez más nuestra prosperidad económica, seguridad nacional y sostenibilidad ambiental. Es momento de sacar estos temas del subsuelo y llevarlos a la luz del discurso público y la atención política.
El Dr. Thomas D. Krom es el director del Departamento de Medio Ambiente de Seequent. Este artículo se publicó por primera vez en el Blog de Bentley.